
Según los cinco elementos de la medicina china, la primavera pertenece al elemento madera, y algo que simboliza a este elemento es el trueno. Pero no hay trueno sin rayo. Primero ves el rayo y si cuentas hasta que escuchas el trueno, entonces puedes calcular la distancia a la que se encuentra la tormenta.
Y pensando en rayos y truenos y en tormentas de la vida que te dejan los nervios a flor de piel, me he dado cuenta de lo importante que es saber regular tu sistema nervioso autónomo (SNA). Sobre todo en esta época del año en la que se ponen en marcha proyectos e iniciativas cocinados a fuego lento durante el largo invierno.
Estar en esa zona en la que tienes el control de la situación, o puedes volver a ella cuando las circunstancias han superado tu capacidad de regulación, es como saber mantener la tormenta a una distancia prudencial. Nuestro nervio vago ventral, ese que nos caracteriza a humanos y mamíferos, tiene entonces capacidad de acción para acomodarse y proteger bajo su paraguas a esas versiones más primitivas de nuestro SNA, como son el nervio simpático y el nervio vago dorsal, haciendo que nuestra vida tenga armonía y equilibrio.
Cuando el nervio vago ventral está presente, vives en el aquí y el ahora de manera más consciente, eligiendo y disfrutando de lo que te rodea y de como eres.
Cuando pierdes la acción reguladora del vago ventral, quedas preso de sistemas que funcionan en automático con el único propósito de tu supervivencia. Los nervios vago dorsal y simpático sin la acción reguladora del ventral, te dejan atrapado en viejos modelos mal adaptados en el pasado y que condicionan tu futuro y tu actitud en el presente.
Lo que aprendí en un curso con Deb Dana sobre Teoría Polivagal y Regulación del Sistema Nervioso Autónomo fue: reconocer en qué modo se encuentra mi SNA; cómo he llegado o qué ha sucedido para estar en ese estado; y cómo puedo volver a regularme o no dejar de estar regulada ante los retos que supone el estar vivos.
Antes me sentía en el centro de la tormenta, a la par cegada por el rayo y aturdida por el trueno. Ahora vivo las tormentas de lejos, las veo llegar y desaparecer antes de que me alcancen. Y si me llegaran a alcanzar, cuento con un buen paraguas regulador.
¿Te gustaría saber más sobre cómo regular tu sistema nervioso autónomo? A mí me encantará hablarte de ello.